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miércoles, 24 de noviembre de 2010



II
GÍA
Cuando volvió a abrir los ojos no supo donde estaba. Empezaba a pensar que era un sueño cuando de repente sintió el dolor de su cuerpo, todavía entumido. El beso había sido real, tanto que aún le dolía y sentí su interior frío y le costaba respirar… ¡No estaba más en la nieve! ¿Dónde estaba? Estaba arropado en una cama, y aún así se sentía congelado. Miró a su alrededor y vio una especie de casa con una chimenea encendida y una mesa con unos cuantos trastos encima. Intentó incorporarse y la vio sentada en una silla contigua a su cama con la cara recostada en sus rodillas; estaba completamente dormida.
La miró bien. Calculando su estatura, sería de una estatura parecida a la suya, delgada, de piel blanca, mejillas y labios rosados; sus cabellos largos y lacios eran de un color azul oscuro y caían sueltos en mechones sobre su rostro. Traía puesta una especie de capa hecha de piel. Ella seguramente si era una de aquellas mujeres; se parecía mucho a su hermana en el atuendo. Se veía muy cansada…. ¿Y si intentaba hacerle daño? Aunque no estaba muy seguro de las intenciones que ella tuviera, pensó que talvez sus miedos eran infundados…. ¿Y si no? Bueno no había mucho que hacer; se sentía muy débil y por el frío que sentía dentro casi no se podía mover, no podría defenderse… En eso, ella bostezó y abrió los ojos. Eran muy hermosos de color azul oscuro, como el mar. Donde ella lo vio sentado se incorporó rápidamente y lo miró con detenimiento. El sintió temor, pero en eso se quedó atónito cuando la vio sonreír con amabilidad y sentarse a su lado en la cama.

_ ¡Despertaste! ¡Qué alivio! Después de tres días pensé que no lo lograrías… Sigues muy frío, te daré de comer algo caliente… ¿Puedo saber qué hacías en la nieve? Cuando volvía a mi casa al pasar por el cementerio te vi tirado en la nieve, inconsciente. ¿Qué hacías ahí?
_ Yo estaba en… ¡No importa!
_ Está bien, si no quieres hablar de eso no tienes que hacerlo… ¡No te esfuerces! Es solo que… Esta es la aldea de las Amazonas Mágicas. Las marcas que están en lo árboles son maldiciones que matan a los hombres que entran al bosque, es más, dañan a los que se acercan a ellas. No se cómo pudiste entrar; pero lo extraño es que no solo estás vivo sino que los efectos de la maldición no tienen nada que ver con el frío que tienes atrapado en tu cuerpo.
_ Entonces, ¿Tú eres una de ellas?
_ En cierta forma, ¡Sí!_ dijo suave, mirando al piso.
_ ¿Estamos en la aldea?
_ ¡No!... Yo vivo aparte. Mi casa está a nivel de piso, pero desde aquí, a lo lejos detrás de aquella loma, puedes ver el cementerio donde te encontré_ dijo a la vez que servía un cuenco de sopa caliente y lo traía para darle de comer.
_ Pensé que las amazonas odiaban a los hombres… En un principio creí que eran solo una leyenda, pero al entrar al bosque comprobé que eran realidad.
_ ¡Y los odian!_ dijo dándole la sopa a cucharadas- Seguramente deben de haberse extrañado de ver que no morías.
_ No es la primera vez que vengo aquí… Había venido antes… unos dos años atrás.
_ ¿A qué viniste?... ¡Cierto, no quieres hablar de eso! No importa, no lo hagas… Si te hubieran encontrado como te encontré yo, estarías muerto. No se hubieran atrevido a violar la santidad del cementerio, pero te hubieran arrastrado al bosque ¡Y Dios sabe lo que te hubieran hecho ahí!
_ ¿Por qué nos odian tanto?
_ Porque creen en la supremacía femenina. Creen que la vida de los hombres no vale nada.
_ Pero… Tú no crees eso, ¿Verdad?
_ ¡No!_ dijo sonriendo_ Yo creo que todos los seres vivos están entrelazados en un mismo destino… Por eso no vivo en la aldea y prefiero vivir sola. No comparto sus reglas o sus ritos. ¡Dejé de ser una de ellas hace mucho tiempo ya!_ dijo mirándolo a los ojos.

Sin saber por qué, sintió que su piel se sonrojaba. Ella, esa chica le parecía muy hermosa, más hermosa aún que la figura blanca que lo besó en la nieve. Toda su vida había sido huraño en especial con las mujeres; no entendía como era que ella lo hacía sentir así… pero pese a todo, desconfiaba un poco, era mujer y aunque era diferente a todas, no dejaba de ser una amazona. Buscó con su mente en la de ella pero la encontró limpia. Las únicas imágenes que pudo rescatar fueron las de ella cuando lo encontró en la nieve; como entonces se quitó su capa, lo envolvió y se lo llevó cargándolo para su casa. De cómo lo arropó y veló durante tres días hasta caer dormida cuidándolo y vigilando que estuviera bien. Le pareció entonces que talvez ella no era una mala persona y que no había motivo para desconfiar de ella.

_ ¿Cómo te llamas?_ le preguntó el.
_ Gía_ respondió suavemente_ ¿Y tú?
_ Yoshi_ dijo el.

Permanecieron en silencio unos instantes sin saber que más decir. En eso, ella se levantó y le tocó la cara.

_ ¡Es que no entiendo!_ dijo como negando con la cabeza_ Por más que lo intento no logro que entres en calor.
_ Gía, dime… ¿Tu conoces a todas las amazonas?... ¿A todas las criaturas de este bosque?
_ ¡Sí!, ¿Alguna de ellas te hizo algo, o tomaste algo del bosque?
_ ¡No!... Pero es que vi a alguien, o algo en el bosque… Ya la había visto antes. Es blanca, con cabellos largos plateados y piel…
_ ¿Escarchada?_ dijo con gesto de horror.
_ ¡Sí! ¿Cómo lo sabes?, ¿Sabes quién es?
_ ¡Es un demonio! ¡Es el demonio del hielo! ¡Hay gente que afirma que es el invierno mismo! ¡Es terrible!... ¿Te hizo algo?
_ Ella… me besó. ¡No es que yo quisiera! ¡No me podía mover! ¡No tenía opción!
_ ¿Te besó? ¡No! ¡Es peor de lo que pensé! ¡Ahora entiendo!
_ ¿Qué? ¿Por qué?
_ ¡Su beso transmite el frío del invierno! Si no lo detienes te congela por dentro. ¡Ese frío va a matarte!_ dijo con tristeza.
_ ¿No hay modo para deshacer el conjuro?
_ Sí, pero es poco probable. Es hacer que ella retire el frío que sembró en ti, o también…
_ ¿También qué?_ dijo el con ansias.
_ ¡El beso de una amazona! La magia dentro de ellas puede eliminar casi cualquier conjuro, pero no es infalible. Quien sea, debe jurar que te ayudará desinteresadamente y que en caso de que el beso falle usará su propio calor corporal para salvar al que juró ayudar, así neutralizará el conjuro.
_ ¿Y eso cómo lo lograría?_ dijo el.

Ella lo miró a los ojos y se sonrojó, con lo que el comprendió exactamente lo que implicaba tal cosa y bajó la vista.

_ ¡Estoy condenado!_ dijo con sequedad_ Porque ninguna amazona va a querer ayudarme, menos tocarme como no sea para acabar conmigo.
_ ¡No estés tan seguro de eso!_ dijo ella viéndolo a los ojos.

El no dijo nada.

_ ¿No confías en mi?_ dijo ella muy bajo.
_ ¡No es eso! Es que… me da temor. ¿Va a dolerme?
_ ¡No lo creo! ¿Por qué habría de dolerte?
_ Porque cuando ella me besó sentí un dolor intenso y horrible en mi pecho… ¡No tienes idea del sufrimiento que causó!
_ ¡No voy a lastimarte! ¡Voy a ayudarte!
_ No quiero que lo hagas por obligación… Antes, cuando vivía en la tribu de los gitanos, veía como entre ellos se mostraban amor ya fuera besándose, abrazándose… o de otras maneras… En fin, yo nunca sentí nada por nadie y seguramente que no inspiro nada, porque nunca nadie me dijo nada, o intentó demostrarme algo… Las chicas me rehuían y yo decidí apartarme de ellas. No debo de serles muy grato… Yo se que no soy el ideal de nadie y por eso, no quiero forzarte a hacerlo.
_ Pero… ¡Es que yo quiero hacerlo!_ dijo con determinación apoyando su mano en la mejilla de el_ No voy a lastimarte… ¡Lo prometo!_ dijo; y acercándose a él lo besó con suavidad en los labios.

Fue largo y en cierta forma dulce, nunca imaginó que se sintiera así. Su corazón se le quería salir del pecho y sintió que sus mejillas le ardían; su cuerpo sintió un cosquilleo tibio que lo recorría y notó que podía respirar con un poco más de desahogo. Sintió que cerraba los ojos lentamente y se abandonaba totalmente a ese beso. Cuando ella terminó y se separó de el sintió sin saber por qué, que temblaba y su corazón le dio un vuelco. Ella, esa chica, ocupaba toda su mente, casi todos sus malos recuerdos o se habían ido o no importaban ya; se sentía feliz por primera vez, pero ¿Cómo? A el no le gustaban las chicas, ¡No le gustaba nadie! Entonces, ¿Por qué se sentí tan a gusto ahora? ¿Sería posible? ¿Sería esto… amor? ¡No! ¡No podía ser que estuviera enamorado! ¡Había sido tan solo un beso! ¡No significaba nada especial! Entonces… ¿Por qué de repente temió curarse e irse y no volver a verla? Se sintió entre confundido y atemorizado. No dejaría que ella volviera a besarlo, ¡Aunque se muriera! Sentía que si la volvía a besar, un pedazo de su alma quedaría capturado en ella y que se perdería a sí mismo para siempre.

_ ¿Cómo te sientes?- dijo ella con tal tranquilidad que cualquiera diría que no había pasado nada.
_ Mejor… ¡Gracias!
_ ¿Ves que no te dolió? No te hice daño ¿Verdad?
_ ¡No!_ dijo el. “_ ¡Si supieras el daño mental que tengo ahora!”_ pensó.
_ El frío… ¿Se fue?
_ Casi todo, solo siento como una espina en el pecho.
_ ¿Quieres repetirlo y salir del todo de esto?
_ No… ¡Gracias! Seguro que ya se me pasará… ¡Pero que tonto soy! ¡A lo mejor es que tu quieres que me vaya y te deje en paz!_ dijo con un aire de tristeza.
_ ¡No, no es eso!... Además, ahora no te podrías ir, la tormenta ha empeorado y así no podrías salir, no si quieres vivir… Yo quiero que estés bien. ¿Estás seguro que fue suficiente y que sanarás del todo?
_ ¡Si… creo que sí!_ mintió.

La espina en el pecho, ese frío pequeño que no había sido disuelto por la magia del beso, comenzaba a crecer y a apretarle el pecho de nuevo.

_ ¿Dónde vas a dormir?
_ En la silla o en el piso… no lo se. Tú eres quien necesita estar bien cuidado así que permanecerás arropado en la cama.
_ ¡No puedo permitirlo!_ dijo Yoshi contrariado_ Llevas tres días cuidándome y necesitas descansar, yo dormiré en otro sitio.
_ Si quieres… podemos compartir la cama. Es bastante grande y creo que cabemos los dos… ¡Bueno! ¡Solo si tú quieres!
_ Pero es que…
_ ¡Prometo no hacerte nada!
_ ¡No es eso! Es que debes saber que yo…
_ ¡No te preocupes! Yo confío en ti_ dijo sonriendo_ ¡Yo se que no me harás nada malo! ¡Estoy segura de que eres una buena persona!
“_ Una buena persona_ pensó Yoshi_ Si supiera a cuanta gente he matado… Cuanto daño he hecho a otros; seguro que me odiaría y me echaría de aquí, se arrepentiría de haberme besado y no confiaría tanto en mi”._ ¡Esta bien! Yo también creo que eres una buena persona.

Ella dispuso de una manta más y se acomodó al lado de el como si nada.

_ ¡Buenas noches!_ le dijo besando su frente sin previo aviso, y al poco rato se quedó dormida.

El la miró durante un rato. Reflejaba una paz, una bondad tan grande, que era difícil creer que fuera una amazona. Ella lo había cuidado con esmero y lo había salvado… Y estaba ese beso, que aunque quisiera no podía olvidar.
Al dormir soñó con el y soñó que era feliz al lado de Gía, que las amazonas y demás personas se habían ido al infierno y que los dos vivían solos y en paz.
Un dolor agudo en su pecho lo despertó. Miró hacia la ventana; la tormenta no cedía y el sol ni siquiera había salido. Y entonces cayó en cuenta de que estaba peor que antes, sentía inmóviles las manos y las piernas, el pecho se le contraía y respiraba con dificultad. Pese al calor de dentro de la casa su aliento salía congelado en forma de polvo blanco. A su lado Gía dormía tranquila. ¿Qué hacer? ¡No pensó que esto fuera a pasarle! En eso, ella se despertó y se volvió para verlo. La angustia se reflejaba en su rostro. Yoshi no estaba para nada bien, parecía que de un momento a otro se iba a morir.

_ ¡Yoshi!_ le dijo pasándole la mano por el rostro _ ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?
_ No se que pasó… Creo que voy a morirme.
_ ¡No digas eso! ¡Yo te voy a ayudar!
_ ¡No!... ¡Ya hiciste mucho por mi!

Pero ella sin oír razones lo volvió a besar. Aunque el volvió a sentir el calor en sus labios, esta vez no le alivió su dolor. El beso de ella no había funcionado en esta ocasión.

_ ¡No funciona!_ dijo ella con angustia.

El leyó en su mente que estaba dispuesta a todo con tal de salvarlo.

_ ¡No tienes que hacerlo!_ le dijo.
_ ¿Tanto así te disgusto?_ preguntó ella con un dejo de desilusión.
_ ¡No es eso! Es solo que tú eres muy buena… y yo…
_ ¡No me importa! ¡No quiero que mueras!
_ ¿Por qué? ¿Qué te importo? ¡A nadie le importo! ¡Nunca nadie me ha querido!_ dijo volviendo a ver hacia otro lado.
_ ¡Sí me importas! ¡Y mucho! Yo te quiero… ¡No voy a perderte! ¡Para mi vales mucho!_ dijo acercándose a el abiertamente.
_ ¡No valgo nada!_ gritó entonces_ No valgo nada. ¡Soy un asesino y un ladrón!... ¡Soy una basura!
_ ¡Y aún así yo te amo! ¡Sí! ¡Lo oyes bien! ¡Yo te amo!_ casi gritó ella_ ¡Y no me importa lo que seas! Si te pasa algo… no se que voy a hacer. ¡Déjame ser tuya! Déjame salvarte… y, si al final te quieres ir… estará bien_ dijo casi llorando.

El la miró y leyó en su mente que era verdad lo que decía, que se había enamorado de el mientras lo cuidaba. El por su parte no quería morir… y deseaba sentirse querido aunque fuera solo una vez en su vida si era que se iba a morir. Sin saber como, la atrajo hacia si lentamente y empezó a besarla. No supo ni cuando la desvistió y la reclinó en la cama. Cuando el se quitó la ropa, ella lanzó una exclamación de asombro.

_ ¡Esa marca! Es… ¡Igual a la de los árboles! ¿Por qué la tienes tu en el pecho?
_ Yo nací con ella. La he tenido siempre.
_ ¡Tú naciste aquí, en esta aldea!_ dijo ella asombrada.
_ La verdad ¡No lo se bien! ¿Importa ahora?
_ ¡No! Es solo que no creí que aquí hubiera nacido nunca un varón.

Ella lo abrazó y lo besó hasta que cada vez el abrazo se hizo más profundo y sus cuerpos se convirtieron en uno. Arriba, abajo; primero lento, ahora más rápido hasta que el pulso se te agolpa en las sienes y la adrenalina llega al tope. Una ansiedad, un dolor placentero, al llegar al clímax el desahogo de todos los males, cuando ves la luz y el mundo por fracción de segundos es perfecto y desapareces. Yoshi se sintió poseído por ella para siempre; supo que su alma y todo lo que el era se lo había regalado a ella; y no le importó. Estaba curado, se sentía dichoso y sabía que era algo mutuo, que también parte de ella formaría parte de el de ahora en adelante. Acostados uno al lado del otro, ella rompió el silencio.

_ ¿En qué piensas?
_ En que tengo miedo… Miedo de perderte y de no volver a estar contigo… De que te arrepientas y te vayas… o me eches.
_ Eso no va a pasar_ dijo ella sonriendo mientras besaba sus ojos.
_ Gía… ¿De veras crees que yo nací aquí?
_ ¡Estoy segura de que así fue! ¿Tú viste las marcas que había en los árboles en las afueras del bosque? Fueron hechas para resguardar la aldea. Si un hombre se acerca a una de esas marcas, sufre algún daño del cual talvez no se reponga. ¡Si las cruza, muere! Ellos no pueden ver las marcas de los árboles, son mágicas, solo las amazonas las pueden ver. El caracter significa “maldición y muerte” y como ya te dije solo afecta a los hombres. Tú dices que tienes esa marca desde tu nacimiento; lo que quiere decir que naciste aquí porque si algún niño varón naciera aquí estaría maldito y condenado a muerte y por tanto, estaría marcado con el carácter.
_ ¿Ellas pueden ver la marca en mi pecho?
_ No, supongo que no pueden… Yo no la vi. Si tú naciste aquí es de suponer que tuvieras la marca, por lo cual eres inmune a la magia contenida en el carácter. Talvez algunas de ellas te recuerden y por eso es que te deprecian más que a cualquier hombre… Apuesto a que la mayoría solo se quedó muy extrañada de ver que no morías al entrar al bosque.
_ Si tu la hubieras visto; es decir, si hubieras podido verla ¿Me habrías ayudado igual?
_ ¡Si! Ya te lo dije, no vivo con sus reglas ni tampoco sigo sus ritos… Es traición ayudar a un hombre, peor aún, hacer lo que yo hice… Es probable que vengan hasta aquí a intentar hacerme daño.
_ ¿Por qué? Nunca han intervenido, ¿Verdad? ¿Por qué ahora?
_ Porque ya seguramente saben que tu estás aquí. No vinieron antes por la tormenta… y por temor al demonio de hielo. Cuando aparece, por lo general hay tormenta fuerte, ellas no salen entonces; pero ten seguro que cuando el clima se normalice, vendrán.
_ ¿Qué vas a hacer?
_ ¡No lo se!
_ ¿Por qué todas guardan tanto odio?... Sabes… No estoy seguro, pero creo que la tumba que visité era de mi madre.
_ ¿Amaya?... ¿Cómo lo sabes?
_ Tuve una revelación en sueños… Además, oí hablar a la que creo que es mi hermana mayor. Hablaba de un niño nacido aquí que era su hermano, no estoy seguro pero creo que se llama…
_ ¡Silvana!_ dijo ella completando la frase.
_ ¡Sí, es ella! ¡Y vaya que me odia! ¡Decía que iba a encontrarme para matarme!
_ ¡Espera!... ¿Dices que la oíste decirlo?
_ ¡Sí, bueno, no exactamente!... Desde que era niño puedo escuchar lo que los demás piensan… ¡En fin! Lo cierto es que mi madre me odiaba, y mi hermana me odia.
_ Yo no creo que tu madre te odiara.
_ ¿Por qué dices eso?
_ Porque su tumba está apartada de las otras, como seguramente estuviera la mía si muriera o me hicieran algo… Hay cosas que son difíciles de explicar de nuestra naturaleza, que no debemos decirlas. Pero debes creerme, si hubiera sido que ella te odiaba y decidió deshacerse de ti según lo acostumbrado en la tribu, no estaría sepultada tan lejos de las demás amazonas… Por otro lado, ¡Cuídate de Silvana! Es de verdad feroz y casi siempre cumple lo que promete. Solo Fabiana podía hacerla recapacitar, y eso no era todo el tiempo, porque es muy obstinada; y ahora Fabiana ha muerto… No se bien cómo pero no fue por causas naturales. Algo le pasó, pero como ya no pertenezco a la tribu no me dejan enterarme de nada y a veces, es mejor no saber nada con respecto a ellas.
_ ¿De verdad crees que te hagan daño? ¿Qué harás entonces?
_ De que vienen, ¡Vienen!... Lucharé con fuerza hasta donde pueda.
_ ¿Sabes?... Yo voy lejos de aquí; con unos amigos, aunque la verdad más que amigos son compañeros ocasionales… Vamos a torneos de diversas clases, en los que pagan por participar y entretener a otros… La mayoría son mercenarios, pero no mis amigos… ¿Quisieras… no se… venir conmigo?... Ya se que seguramente dirás que no, pero es que temo que te hagan daño.
_ ¿Solo por eso?
_ ¡No!... La verdad es que no quiero irme sin ti… ¿Aceptarías venir conmigo?
_ ¡Sí, iré!_ dijo sonriendo_ ¿Cuándo debemos llegar?
_ ¡Ayer!_ dijo con una carcajada_ pero no te preocupes, empiezan con preliminares de selección, ¡Y mis amigos y yo somos de los buenos! Siempre pasamos directo al torneo. Mucha gente paga de antemano solo por ir a vernos pelear, y… ¿Dije algo malo? Te quedaste muy seria.
_ ¡Es que yo quiero pelear también!
_ ¿Segura? Es muy arriesgado.
_ No tengo miedo. ¡Tú me haces valiente!_ dijo besándolo.
_ ¡Bien! Si mañana mejora el tiempo, nos iremos temprano. No te preocupes, allá nos alojan en un hotel, ¡Como si fuéramos estrellas!
_ ¿Y si a tus amigos no les gusto?
_ ¡Se pueden ir al infierno! No somos tan amigos como para cambiarte a ti por ellos… ¿Extrañarás este lugar?
_ ¡No! La verdad nunca me ha gustado. Quise irme desde hace mucho tiempo pero no tenía un motivo específico… ¡Y ahora lo tengo!_ dijo mirándolo, y con tono travieso añadió: _ ¿Quieres hacerlo otra vez?
_ ¿Hacer qué?_ dijo mirándola.

En eso entendió perfectamente a qué se refería. De momento se sonrojó y se quedó mudo, pero luego dijo quedito:

_ ¡Estaría bien!... ¿No te importa?
_ Por ser tu ¡No, no me importa!_ dijo enlazándose de nuevo a el.

La mañana los sorprendió durmiendo abrazados. La nieve había dejado de caer y comenzaba a salir el sol del amanecer. Al despertar y comprobar que había dejado de nevar, se vistieron y ella recogió unas cuantas cosas en un Saquito de piel color gris. Desde ese lugar se oía agitación en la aldea de las amazonas, seguro que preparaban el ataque. Ellas nunca le perdonarían haber salvado a un hombre, menos a ese en particular.
Cerró la puerta y con ella un pedazo de su historia. Sintió alivio al irse de ese lugar y luego con total alegría se puso en camino de la mano de Yoshi. ¿Hacia dónde exactamente? ¡No lo sabía! ¡No le importaba! ¡Iba a cualquier parte menos ahí!


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